lunes, 17 de marzo de 2014

Dani portada de la revista de "El País" SModa LOS DANDIS DEL HUMOR

Dandis del humor: el poder de seducción de la risa

Veintidós cómicos españoles reflexionan sobre su principal herramienta de trabajo, la risa, y el cariz de la gracia nacional. Y, de paso, nos explican si es verdad eso de que un buen chiste vale más que mil abdominales a la hora de seducir.

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Dani Martínez lleva look total de Emporio Armani. En la mano de la modelo, aniilos y brazaletes de la colección Serpenti de Bulgari.
El gag humorístico por excelencia de los últimos años es la crisis, como si reírse de la que está cayendo fuera a aliviar el problema o, por lo menos, a atenuarlo. Podría parecer algo muy español. Existen antecedentes. Desde El Quijote a las plumas del Siglo de Oro, los momentos de debacle parecen agudizar el ingenio: la sátira y la ironía se alían con el desparpajo y la desvergüenza para dar salida a la indignación o apatía generalizadas. «Los cómicos juegan ahora el papel del bufón, a quien se le permite decir las verdades porque lo hace a través del humorismo», apunta Eduardo Jáuregui, doctor en Ciencias Políticas y Sociales, profesor de Psicología Positiva en Saint Louis University y co-fundador de Humor Positivo, empresa de formación especializada en el sentido del humor.
No obstante, ese gracejo con trasfondo crítico convive con otro más blanco, más costumbrista, pero no por ello menos importante, aunque se le tache a veces de no ser tan inteligente. Como afirma Pedro Sangro, autor, junto a Alejandro Salgado, del libro El entretenimiento en televisión: guión y creación de formatos de humor en España (Laertes, 2008), podría decirse que «hay humor de sal fina y de sal gruesa». Y los dos son necesarios. O en palabras de Kiko Amat, considerado uno de los representantes de la socarronería literaria de nuestro país, deben coexistir una gracia «capaz de arrancar las vestiduras del emperador, porque no hay nada más insultante para el poder que reírte en su cara, y otra que pueda generar berzas, como la de bar, la de voy a reírme para no llorar».
Que el panorama político, económico y social sea desalentador ¿hace más necesaria la risa? «Yo quiero reírme cuando las cosas van bien y cuando van mal», clama el cómico David Broncano. «No comparto ese tremendismo de que ahora la comedia hace más falta». La diferencia reside quizá en que «cuando las cosas van bien, el humor sirve para recrearte en ello. Y cuando van mal, se convierte en imprescindible para sobrellevarlas», afirma Luis Piedrahita. De la misma manera, para Miki Nadal, «en recesión lo que en realidad se necesita es dinero. Lo de la ironía es solo para olvidarte de que no lo tienes».
La mayoría de los cómicos de este reportaje coincide en señalar que la carcajada siempre viene bien, pero hoy por hoy es indudable que «la gente sí busca más evasión», tal y como apunta Joaquín Reyes, y también «desahogarse», añade Goyo Jiménez, quien recuerda que hasta «en el Berlín de entreguerras había más de 500 cabarets». Lo cierto es que «si nos tomáramos muy en serio lo que está ocurriendo, nos vendríamos abajo. Reírse es la única alternativa», apunta Dani Mateo.
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De izq. a dcha. Dani Mateo, Miki Nadal, Dani Martínez, Goyo Jiménez y José Mota.
Foto: Gustavo López
01. De profesión: hacer sonreír (y pensar)

«Nunca ha habido tanta gente escribiendo comedia ni tantos chavales que de mayores quisieran ser cómicos. De hecho, en España ni existía la profesión de monologuista, mientras que en Estados Unidos sí. Aquí se llevaba más el cuentachistes», afirma Agustín Jiménez. A lo que Goyo Jiménez añade con sorna: «No paran de salir humoristas, supongo que por efecto de la crisis. Deben pensar… como no hay trabajo, vamos a hacer de payaso». El éxito de los monólogos ha sido determinante. «En cada pueblo con más de 5.000 habitantes hay un bar que organiza este tipo de actuaciones», apunta Quequé. Sin embargo, este boom no está exento de críticas: «El Club de la Comedia abrió la veda, y se ha visto en los monólogos en directo una vía fácil para ganar dinero. Antes existía un circuito de bares muy potente, pero ahora muchos profesionales piden un caché elevado. Así que al final los locales se han vaciado y los humoristas se han quedado sin lugares donde actuar. Porque los bares sin monologuistas sobreviven, pero no al revés. De hecho, yo he estado 15 años actuando en tascas pequeñas para poder vivir y llegar a donde estoy. Así que podría decirse que hay dos ligas: la del teatro y la del bar, y la segunda sigue siendo la cantera para los que saben ver la oportunidad», desvela David Guapo.
De entre los nuevos talentos, Javier Coronas destaca que «hay una gente muy valiente, con nuevas ideas, que viene por detrás apretando mucho. Son más jóvenes, más delgados y con más estudios». Y señala a David Broncano como «la esperanza blanca del humor».
Por su parte, Joaquín Reyes ve el futuro en las redes. «Nosotros crecimos con la televisión y por eso nos hemos acabado incorporando al medio. Pero la gente que tiene 20 años menos está revolucionando el panorama. Más allá de los Venga Monjas, que nos hacen mayores a nosotros, ya hay gente como los Burnin’Percebes, que los hacen mayores a ellos. Los que aterricen en el gremio en unos años serán los que habiten en Internet y actuarán solo en Youtube».
Sin embargo, hoy en día, es la pequeña pantalla la que sigue permitiendo una mayor proyección a los profesionales de la risa. «Ahora hay comicidad en todo tipo de programas, hasta en los de fútbol y los de política», comenta Raúl Cimas. «Pero se echa de menos la comedia pura», puntualiza Broncano. «Hubo un momento en que en España coincidieron tres late nights», recuerda nostálgico Quequé. «Ahora el humor ha derivado en formatos como ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Eso no es humor. Al menos, a mí no me hace gracia. Eso es posthumor. Debería haber un Club de la Comedia en cada canal», comenta. Coincide con él Dani Martínez: «Creo que se trata de una estrategia de las cadenas. Se lleva mucho la telerrealidad, productos que te enseñan cómo comer, cómo educar a tu hijo… Pero los contenidos que provoquen risas volverán, porque son necesarios». Para José Mota, incluso más: «El humor en televisión es un clásico, como los vaqueros, que siempre están ahí. Está claro que los programas cómicos nunca desaparecerán».
Lo corroboran concursos de reciente emisión como Me Resbala, conducido por Arturo Valls; formatos exitosos como Ilustres ignorantes, de Canal +, y otros que quedan por llegar: Ciento y la madre, en Cuatro, presentado por Patricia Conde, y el talent show de TVE, El pueblo más divertido de España, que conducirán Mariló Montero y Millán Salcedo (Martes y Trece) y que contará con 22 cómicos como padrinos de las poblaciones participantes.
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De izq. a dcha. Alex O’Dogherty, Raúl Cimas, Rober Bodegas y Santi Millán.
Foto: Gustavo López
Otra historia es la ficción de humor, que parece no estar tan de moda. Según Pedro Sangro, director del Máster de Guión para Cine y Televisión de la Universidad Pontificia de Salamanca, con la crisis, «se apuesta por adaptaciones literarias, dramas y culebrones, géneros capaces de enganchar a los espectadores durante semanas, aunque las cifras demuestren que los grandes récords de audiencia los han batido series cómicas». Una de ellas es Aída, que ha explotado hasta la saciedad los esterotipos o arquetipos typical spanish más extremos. «Lo que se ha llegado a decir en Aída no se podrá decir nunca más en la historia de la televisión», subraya Dani Martínez, quien interpreta a Simón, el hermano de Paz, en esta producción.
Pero si algo triunfa de verdad en la tele a nivel humorístico son los infotainment, programas que, según Alejandro Salgado, doctor en Comunicación, practican un pseudoperiodismo satírico, es decir, abordan la actualidad informativa desde el humor, añadiendo sarcasmo, ironía y chiste. Esta corriente se inició con Las noticias del guiñol, El informal, Caiga quien caiga o Noche Hache y ahora triunfa con Salvados o El intermedio. El éxito de estos espacios radica en la saturación que el espectador tiene con respecto a los informativos tradicionales. «La gente está cansada de versiones oficiales y lo que quiere es que se le saquen los colores a los políticos», afirma Joaquín Reyes.
Según José Alberto García Avilés, profesor de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche, el descaro y la acidez con que se plantean las noticias en estos espacios, sumado a la frescura en la realización, a un estilo dinámico y a la voluntad de transgredir lo establecido, de ir más allá de lo habitual, es la fórmula que triunfa. Pedro Sangro, profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca, destaca asimismo que se está convirtiendo «en un periodismo de vanguardia, respetado, pero polémico. Se informa, pero también se da la oportunidad de criticar al poderoso, e incluso de reírse de él: «La carcajada puede ser muy efectiva para hacernos reflexionar sobre la realidad que estamos viviendo», añade.
Este tipo de programas ha puesto de manifiesto que «se puede hacer humor sobre todo y todos. Vaya semanita, si bien recurría al sketch, se atrevió incluso con el conflicto vasco. La sátira sobre la Casa Real a estas alturas ya es hasta un recurso manido, algo impensable hace unos años», apunta Sangro.
Patrick Zabalbeascoa, investigador del Centro de Discursos y Traducción de la Universitat Pompeu Fabra y especialista en Humor y Medios audiovisuales, va más allá: «El humor siempre ha sido sospechoso por su poder de subversión. Cuando se utiliza más este recurso quizá es también porque se incrementa la censura. El infotainment remite al público mensajes que desde los informativos convencionales no es posible construir. La risa es la válvula de escape, la manera de explicar la actualidad desde una perspectiva más crítica».
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De izq. a dcha. David Guapo, Carlos Areces, Javier Coronas, Luis Piedrahita, Txabi Franquesa, Marron, Juanra Bonet y David Broncano.
Foto: Gustavo López
02. Cuando se liga siendo gracioso (y ni así)

«La verdad es que el humor y la belleza física nunca han ido muy de la mano. La gente que se dedica a esta profesión no es excesivamente agraciada. Guapos, yo y para de contar. Así que la risa se convierte en un arma de seducción para muchos», apunta Santi Millán. Goyo Jiménez es de los que reconoce abiertamente que ha utilizado «esta estrategia, que es tan vieja como el ser humano, para llamar la atención de las féminas». De hecho, asegura que la frase «¿A ti también te parece que este pañuelo huele a cloroformo?» le ha abierto varias puertas a la hora de conquistar. Y no es el único.
«Desde siempre he intentado atraer haciendo reír. Hacía de avanzadilla de mis amigos, me acercaba al grupo de chicas para sondear la situación y cuando volvía, ya avisaba de cuál quería para mí», admite Dani Martínez. Sin embargo, los hay que, como Carlos Areces, no creen en este fenómeno: «Eso de que el humor ayuda a seducir es una leyenda como la del monstruo del lago Ness. Yo nunca he oído decir a nadie: “Empecé a reírme y me puse cachondísimo”». Para Luis Piedrahita, definitivamente, el humor, cuando se trata de ligar, no lo es todo: «Reírse es lo contrario de ir al dentista, a todo el mundo le apetece. Pero si alguien solamente te hace reír y no hay atracción física ni amor, lo acabas relegando a la categoría de mascota».
La ciencia le da la razón. «Que nos hagan sonreír o reír despierta nuestras emociones positivas y permite que veamos al otro como una persona deseable, pero para enamorar es necesario que el sentido del humor esté en sintonía con otros atributos», afirma el psicólogo y sexólogo Antonio Bolinches. Aunque la risa es uno de los principales factores que facilitan el acercamiento a la persona deseada, no es el primero. «Las mujeres valoran sobre todo la inteligencia. En segundo lugar, el sentido del humor, y ya en tercero, la personalidad, entendida en clave de magnetismo.
Lo que no quiere decir que el físico no importe. Cada persona, consciente o inconscientemente, hace una autoevaluación de su atractivo y ve qué características suyas resultan agradables en clave de seducción. El que es guapo, aunque sepa hacer reír, probablemente no va a necesitar utilizar ese recurso», añade.
En conclusión: el aspecto influye y con hacerse el gracioso no basta. «Un exceso, que te lleve a frivolizar constantemente, podría ser contraproducente. La mujer podría pensar que eres demasiado infantil o superficial», alerta Bolinches. Por otra parte, «no a todas les hacen gracia las mismas cosas: lo que sea darle un giro positivo o sorprendente a una situación siempre atrae, pero no hay que olvidar que incluso las féminas más atractivas tienen sus zonas frágiles. Hay que ser cuidadoso antes que graciosillo».
En cualquier caso, tal y como sostiene Eduardo Jáuregui, autor del libro Amor y humor, «provocar la risa en el proceso de seducción es importante. Por algo hablamos precisamente de tontear, que es todo un arte. El flirteo es, en definitiva, un juego: pequeñas bromas, gracias, insinuaciones… que permiten ir negociando esa intimidad con el otro, y encima con menos riesgo en caso de que nos rechacen».
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De izq. a dcha. Joaquín Reyes, Dani Rovira, Quequé, Agustín Jiménez y José Corbacho.
Foto: Gustavo López
03. En cualquier caso, toda risa es buena

«El humor actúa de bálsamo y además es más barato que ir al psicólogo. Para el cómico también funciona. Hay días que me he subido al escenario hecho un asco: a nosotros también nos duelen las muelas o nos deja la novia. Hacer reír a los demás es una catarsis y siempre te bajas mejor de lo que subiste», confiesa Dani Rovira. José Corbacho está de acuerdo y sentencia: «La vida no es una risa; es muy dura. Pero el sentido del humor es una gran terapia».
Los expertos aseguran que mantener las buenas vibraciones en plena forma revierte en nuestra salud. Con cada carcajada activamos entre 300 y 400 músculos, lo que comporta un gasto de energía y un impacto positivo sobre el sistema cardiovascular: quemamos calorías y nuestro corazón se fortalece. Unos 20 segundos de risa equivalen a tres minutos de ejercicio constante.
Además, al poner en marcha el diafragma y la musculatura abdominal, mejora nuestra respiración y facilita la digestión. Según el doctor Ramón Mora-Ripoll, de la Red Española de Investigación en Ciencias de la Risa (REIR), a nivel neuroquímico hace que «se activen neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, de efecto antidepresivo; y que se liberen endorfinas, las hormonas de la felicidad. También disminuye la producción de cortisol (sustancia ligada al estrés) y se libera más oxitocina, la hormona que interviene en la excitación sexual», algo que viene a confirmar por qué las personas que hacen reír podrían resultar más atractivas. Por si fuera poco, también «estimula el sistema inmunitario, eleva el umbral del dolor y la tolerancia y mejora la función mental», añade Mora-Ripoll.
Si es la larga lista de beneficios físicos, aún lo es más la de los psicológicos. Tal y como explica Valle Flores, doctora en Psicología de la Universidad de Valladolid, «adoptar una mentalidad positiva y experimentar emociones de este signo, de las cuales la risa es quizá la mejor expresión, reduce los niveles de ansiedad. Abandonas la visión de túnel y se amplía tu perspectiva, lo que propicia que seas más creativo y que encuentres más posibilidades de cara a la resolución de problemas. De esa forma, se incrementa el rendimiento y la motivación, pero también el bienestar personal, la autoestima».
¿Cómo potenciar esta actitud? Se trata de recurrir «a las propias fortalezas, capacidades, apoyos sociales… para ver las cosas desde otro punto de vista. Por malo que haya sido un día, siempre habrá algo bueno que rescatar», afirma Valle Flores. O como dice Eduardo Jáuregui, tomando prestada la frase de Chaplin, «la vida es una tragedia en el primer plano y una comedia en el plano general». Hasta en las situaciones más adversas, la risa tiene un efecto terapéutico inmediato. De ahí que sea también un excelente mecanismo de defensa. ¿A quién no se le ha escapado la risa en plena crisis nerviosa? ¿O en una situación tan comprometida como un entierro?
Si bien no existen datos científicos sobre cuántas veces al día es aconsejable reírse, Ramón Mora-Ripoll sostiene que «tres minutos de risa diarios son tan importantes como la calidad del sueño o alimentarse de una manera equilibrada». Algo que no debería costarnos demasiado teniendo en cuenta, como asegura David Guapo, que «la risa es un producto de primera necesidad y que el español tiene más desarrollado el humor que la capacidad de protesta» (sonrían, por favor).
04. Radiografía de la carcajada española

Hay quien considera que «España siempre ha sido un país con buenos humoristas y disposición de reírse de sí mismo», comenta Santi Millán. Tal vez porque, como apunta Juanra Bonet, «la base de la ironía es la derrota, el fracaso. De ahí que los españoles seamos muy divertidos» y nuestro humor «bastante cabrón», puntualiza Javier Coronas. «Nos sigue gustando reírnos de las miserias propias, pero vistas en el de enfrente, nunca en nosotros», matiza aún más José Mota.
Frente a la parodia más reivindicativa y que toma, en este momento, la crisis y la corrupción como temas principales, «a mí me sigue haciendo gracia que una persona se caiga», confiesa Juanra Bonet, lo que confirma que «el humor es como la moda. Ya lleve la etiqueta de inteligente, negro o absurdo, la raíz es la misma: reírse de las desgracias ajenas, de lo que nos sorprende, de la exageración, de lo inesperado, de cosas tan banales como un pedo», afirma Dani Rovira. De la misma opinión es Carlos Areces: «El humor zafio es la cosa más patria; siempre está de actualidad y te conecta directamente con tu yo infantil. De hecho, hay un tipo de ocurrencias consideradas inteligentes que no me hacen gracia». Porque como recuerda Kiko Amat, «hasta la chanza tabernaria, salvaje y brutal tiene escondido un grito de existencia, es tan importante como la denominada seria, con un poso de melancolía».
Aun así, hay que tener en cuenta que conforme han ido evolucionado los géneros de comedia, el público también lo ha hecho. «Cuanto más formada está la gente y más cultura audiovisual tiene, se vuelve más exigente y demanda consumir, en ese sentido, un tipo de humor más elaborado», comenta José Mota.
Marron, de El hormiguero, sostiene que «los chistes siempre tienen que ir avanzando, no nos podemos quedar estancados en los relatos del español, el francés y el inglés. Es labor de los cómicos abrir el abanico, enseñar otras posibilidades para que cada uno elija la que más le guste».
Ahora que «los creadores y la audiencia son mejores, lo que hace falta es que el poder encaje mejor las bromas. Me extraña que no haya un apartado en la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que pene los chistes con 15 años de cárcel», dice Goyo Jiménez. Y Luis Piedrahita reflexiona: «Si alguien es capaz de disfrutar de un monólogo de 10 minutos sobre una naranja o un pijama, seguro que será menos corrupto».
Ahí queda. Para quien quiera tomar nota.

6º cap de Basket Lovers con Iván Martínez

5º capítulo Basket Lovers con Xavi Rey

4º cap Basket Lovers con Amaya Valdemoro